Decir la verdad siempre es duro, pero no decirla lo es aún más. Hay que ser más sincero con uno mismo, viajar más a menudo a nuestro interior y buscar aquello que ansiamos, que realmente deseamos y luchar por ello.
Ser sincero con uno mismo es más complicado que serlo con los demás, porque tenemos miedo de hacernos daño, y darse cuenta de según qué cosas, nos asusta y nos hiere porque trunca nuestros planes y nos descoloca.
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