viernes, 12 de noviembre de 2010

Demasiadas gaviotas

Un día traté de contar las gaviotas que veía pasar desde mi ventana, preparé una silla cómoda, una buena taza de café, y una cámara de fotos. Me senté decidida a pasar toda la tarde, contemplando el maravilloso día, y contando las gaviotas que pasaban cerca de mi casa....1...2...3...4...llevaba casi dos horas sentada en la silla, y sólo había visto pasar 4 gaviotas. Me sentí decepcionada, defraudada; hacía unas semanas había conocido a un chico y sin saber por qué nos pusimos a hablar de gaviotas; no tenía ningún sentido esa conversación, al igual que tampoco lo tenía el modo en que nos habíamos conocido. El caso es que estuvimos discutiendo largo rato, sobre la cantidad de gaviotas que se podrían ver desde nuestras casas (entendiendo que ambos vivíamos cerca del mar), él decía que 1000...¡alá! le dije yo...si acaso unas 100, y ya me parecían demasiadas...el caso es que apostamos a ver quién contaba más gaviotas desde su ventana. ¡4 gaviotas!, dos horas para 4 gaviotas...seguro que él no ha contado muchas más, pensé. Decidí pasar un rato más por si podía ver alguna más, y en la otra hora que permanecí allí, no divisé más de 2 gaviotas. Bueno, 6 gaviotas, a ver cuántas ha contado él...Cuando nos volvimos a ver, me dio un trozo de papel con el número 6. ¿Qué? - le dije yo. - 6 gaviotas, son las que conté aquel día- añadió él. Igual que yo, pensé. - Yo conté 6 también. Lo sé, me dijo él mientras esbozaba una sonrisa. - Las envié yo a tu casa, para que te hicieran compañía. Sí claro, le dije, y dijo que era mentira, que fue el primer número que se le ocurrió.
- ¿Y dónde irán?- me preguntó, dudé unos instantes, -mmm no sé, y mejor por qué no preguntarse a dónde no irán por ir dónde van. Y seguimos allí, discutiendo sobre gaviotas, sobre playas desiertas, sobre citas perfectas, sobre elefantes de trompas caídas...
Cuando llegué a casa, abrí el balcón para sofocarme un poco, y me quedé blanca cuando ví que había 6 gaviotas apoyadas sobre la barandilla.


Desde entonces siempre que me asomaba estaban ahí, quietas, mirándome, como si quisieran darme algún mensaje, algo que alguien trata de decirme. Ahora han dejado el balcón para meterse dentro de este blog, para hacerme recordar siempre que lo importante no es contar las gaviotas que pasan por tu ventana, sino que es mejor preocuparse por aquellas que se quedan.

--&--basma--&

jueves, 11 de noviembre de 2010

Consejo número 1

Es mejor no escribir nada cuando uno tiene el corazón y el pulso acelerados, es mejor esperar a que se enfríe la sangre y la cabeza, dejar reposar las ideas en la mente permite que éstas cojan mejor forma y mayor sentido, y así te aseguras de que lo que finalmente escribas sea todo aquello que realmente quieres contar.