domingo, 25 de abril de 2010

Ne me quitte pas

Aquella mañana se despertó a la misma hora que todos los días, desayunó lo mismo que todos los días, se duchó y se vistió con una ropa parecida a la que se vestía todos los días.

Salió de casa, con prisa porque llegaba tarde, como casi todos los días; llegó a la estación de metro y aún faltaban 3 minutos para que pasase el siguiente metro, como todos los días. Llegó tarde a clase, como todos los días.

Comió un bocadillo de jamón de york y queso, y cogió el autobús para ir al trabajo, el 52, el mismo que cogía todos los días. Saludó a su jefe y se sentó delante del ordenador con una taza de té, de cerezas, como todos los días.

4 horas más tarde, cogió su maletín y se fue a casa, donde la esperaban su gato y su soledad, como todos los días.

Entró a la cocina, abrió el cajón y sacó el frasco de pastillas para la depresión que le había recetado su psicólogo, como todos los días...debería haber tomado una...como todos los días...pero quizás estaba cansada de que todos los días fuesen iguales...


ya nada sería como todos los días...

3 comentarios:

  1. hay cosas que es mejor dejar como todos los días...
    Hay que tener mucho valor para que ya los días no sean iguales...

    Pero, como todos los días y como todos los que me quedan, y afortunadamente, tequiero.

    ResponderEliminar
  2. yo tampoco quiero que cambie nada de aquello que me ocurre todos los días...porque son esas pequeñas cosas que terminan convirténdose en rutinas, lo que hace que la vida tenga emoción...cuando de vez en cuando se consigue romper con esa monotonía, esos momentos que consiguen sacarte del tedio...ESOS son los que hacen que la vida merezca la pena...pero sin esos "todos los días" no valoraríamos esas cosas que nos rescatan del aburrimiento...(bueno, no sé explicarlo bien)pero el caso es que yo no voy a terminar con mis "todos los días" y menos con esas cosas que hago todos los días y me colman de felicidad...(mayoritariamente después de las 20 de la tarde, jejeje), yo también te quiero...hoy, y el resto de los días, "todos los días" que me quedan por existir.

    ResponderEliminar
  3. Odio alimentarme de ilusiones, pero es tan agotador intentar contenerlas... Y siempre llego hasta las nubes, y los moratones apenas dejan ver el color de mi piel.

    Desde un recondito lugar de la ciudad condal, entre "el ir y venir de trenes" y un edificio con salas de espera, vestido de blanco clínico, teniendo como único deseo llegar a la república independiente de mi casa. (Esto es lo que hace esperar y esperar, y seguir esperando sin hacer nada más que esperar...)

    ResponderEliminar